La limpieza de cutis es un ritual de cuidado personal fundamental para mantener una piel saludable y radiante. Este procedimiento va más allá de simplemente lavar el rostro con agua y jabón; implica una serie de pasos específicos diseñados para eliminar impurezas, células muertas y residuos acumulados en la piel.

El primer paso de cualquier limpieza de cutis es la limpieza superficial. Se utiliza un limpiador suave o gel específico para el tipo de piel, que elimina las impurezas superficiales, el maquillaje y el exceso de grasa. Este paso prepara la piel para tratamientos más profundos y permite que los productos posteriores sean absorbidos de manera más efectiva.

Después, se procede a la exfoliación. Este paso implica el uso de un exfoliante suave que ayuda a eliminar las células muertas de la piel, revelando una capa fresca y renovada. La exfoliación no solo mejora la textura de la piel, sino que también facilita la absorción de los ingredientes activos en los productos posteriores.

Un elemento esencial en la limpieza de cutis es la extracción de comedones y puntos negros. Este paso se realiza con cuidado para evitar dañar la piel, utilizando técnicas profesionales para eliminar las impurezas sin dejar marcas ni cicatrices. La extracción ayuda a despejar los poros, reduciendo la probabilidad de brotes y mejorando la apariencia general de la piel.

Tras la extracción, se aplica una mascarilla específica para las necesidades individuales de la piel. Las mascarillas pueden tener propiedades hidratantes, calmantes, antiinflamatorias o purificantes, dependiendo de los objetivos del tratamiento. Este paso proporciona un impulso adicional a la piel, brindándole los nutrientes necesarios y dejándola revitalizada.